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“Si hubiéramos dedicado tanta investigación a comunicar con los árboles como hemos dedicado a la extracción y el uso del petróleo quizás podríamos iluminar una ciudad a través de la fotosíntesis, o podríamos sentir la sabia vegetal corriendo por nuestras venas, pero nuestra civilización occidental se ha especializado en el capital y la dominación, en la taxonomía y la identificación,
no en la cooperación y la mutación.”

Paul B. Preciado
(traducido por Parole de Queer)

 

Trans*Plant es un proyecto transdisciplinar, iniciado por Quimera Rosa en 2016, basado en sistemas vivos y en la auto-experimentación. Es un proceso que compromete un cuerpo en una transición “human > plant” y que utiliza para esto varios formatos. Trans*Plant pone en dialogo disciplinas como arte, filosofía, biología, ecología, física, botánica, medicina, enfermería, farmacología y electrónica. Mediante diversas prácticas de bio-hacking, TransPlant se inscribe en los debates en curso sobre la noción de Antropoceno, desde una perspectiva no basada sobre “el excepcionalismo humano y el individualismo metodológico” (Donna Haraway), sino que aborda el mundo y sus habitantes como el producto de procesos cyborg, de devenir con (Vinciane Desprets), de simpoiesis (Haraway).

El mayor problema con la ecología dominante es que se basa en la noción de naturaleza, una noción creada históricamente para separar la humanidad del resto del universo y establecer con él una relación colonial. El binomio cultura / naturaleza estructura una infinita lista de otros binomios del pensamiento moderno occidental: hombre / mujer, blanco / no-blanco, hetero / homo, ciencia / brujería, adulto / niño, normal / anormal… El segundo termino de cada binomio se encuentra asociado a la naturaleza y por lo tanto al mismo régimen de violencia. Mediante una heterotrofia llevada a su máximo se constituye una necropolítica que literalmente a decidido consumirlo todo. Proteger la naturaleza parece entonces mala idea… Es bastante curioso que se haya llegado a aceptar que un individuo delimitado por un sobre de piel constituye un ser vivo pero que el conjunto del planeta no sea un organismo vivo. Quizás sea tiempo de concebir ungrid-able ecologies [1] (Natasha Myers), o de un-greening the green [2] (Jens Hauser).

Para poder ser capaces de pensar una ecología no-antropocéntrica, necesitamos pasar de identidades basadas en esencias a identidades basadas en relaciones. Un proceso de transición human > plant que incluye un protocolo de intravenosas de clorofila, y mediante las fantasías, miedos y juicios que eso genera, abre el debate sobre el sistema identitario que está en juego. Un proceso de auto-experimentación que no tiene nada de individual puesto que las personas que la acompañan transitan con ella. Conseguir una molécula pura de clorofila conoce las mismas trabas que conseguir testosterona por parte de la industria farmacéutica y biomédica como del sistema legal y sanitario. Es el conjunto mismo de la vida que se encuentra patentado.

Trans*Plant no sería posible sin los diferentes ecosistemas del cual forma parte.

1 Juego/ deconstrucción de palabras. Ungridable significa ingobernable. Ungrid-able podría traducirse como capaz de desmapear, capaz de descartografiar. Se podría entonces traducir por ecologías ingobernables / capaces de desmapear. Traducción propia.
2. Se podría traducir literalmente por deverdecer lo verde, lo cual no resulta especialmente aclarador. Es difícil no recurrir al anglicismo greening que significa el proceso por el cual se transforma algo en eco-friendly. Traducción propia.